La Balma es el primer proyecto que inicia obras de entre todos los adjudicados en el terreno municipal en el concurso del Ajuntament de Barcelona en 2016.

Son un grupo heterogéneo e intergeneracional, desde bebés hasta personas sexagenarias y con tipologías familiares muy diversas. Formado por un grupo de 33 personas agrupadas en 19 unidades de convivéncia. Nos encontrarmos familias monoparentales, parejas, parejas con hijos, adultos cohabitando y unidades individuales. Esta diversidad del grupo es la riqueza para encarar el proyecto de vida comunitaria. Unas cuantas personas del grupo motor viven en el barrio del Poblenou, han vivido, trabajan o tienen una relación directa.

Proceso participativo

Una de las mayores singularidades y potencialidades del modelo de vivienda cooperativa es la implicación como futuros usuarios de manera activa en el desarrollo de las diferentes fases del proceso de promoción: creación de una organización social, toma de decisiones de forma colectiva, codiseño, etc. Son procesos democráticos de autoorganización y cooperación donde los socios asumen un rol de centralidad. En este sentido, la gestión participativa tanto del proceso como de su resultado tiene una gran relevancia.

El grupo se fue gestando entre los meses de septiembre y octubre de 2016. En el marco de la FESC del mismo año se amplió a partir de los talleres promovidos y dinamizados por el equipo de Techo Cívico, donde
coincidieron en la voluntad de formar parte del grupo para optar al solar de Poblenou.

Tienen el apoyo de equipos técnicos especializados en las tareas que no pueden asumir de manera independiente. Por ejemplo, para el proyecto arquitectónico contaron con la colaboración de LaCol y LaBoqueria, equipos especializados en la dinamización de procesos de participación en el ámbito de la arquitectura y la vivienda cooperativa.

A partir de dinámicas participativas, definieron según sus necesidades e inquietudes actuales los usos de los espacios comunitarios. Repensando la vivienda colectiva donde vivirán para adaptarlo al modelo de vida que imaginan.

El proyecto comunitario de barrio

Quieren fomentar formas de convivencia más comunitarias, que potencien la interrelación entre las personas que habitan el edificio y también con el barrio y personas externas a la cooperativa, y conseguir construir un edificio que necesite su entorno.

Así, quieren destinar un piso a entidades sociales y fomentar formas de convivencia más comunitarias, compartiendo un local a la planta baja con las personas y asociaciones del barrio y llevando a cabo diferentes proyectos para mejorar la calidad de vida de las personas del entorno.

El proyecto arquitectónico

Quieren espacios flexibles y polivalentes que evolucionen con el grupo en función de los cambios tanto de las unidades de convivencia como de las propias personas que habitarán el edificio: incorporación de nuevos miembros, nacimientos, procesos de crecimiento de los niños-adolescentes, procesos de envejecimiento de los adultos…

Así, las tipologías parten de un módulo básico de 50m2 y partir de la anexión de unidades habitables de 16m2 (consideradas espacio común de uso privativo en términos legales) permiten crecer y decrecer las viviendas. Estas piezas son cedidas por la cooperativa a las unidades familiares que lo necesiten en cada momento, por lo tanto, acontece un mecanismo para gestionar los cambios alternativos a la rotación. Esta propuesta es viable por el hecho de que la gestión del edificio es responsabilidad de la misma comunidad.

Las viviendas reducen su superficie (5-10%) para poner en común servicios como la lavandería, el estudio, habitaciones de invitados o trasteros, permitiendo así que la colectivización no suponga un sobrecoste, sino al contrario, un ahorro y una ganancia de superficie y de calidad de vida.

El proyecto arquitectónico cuenta con 225m2 de superficie interior destinada a espacios comunitarios, más zonas semi-exteriores y exteriores, donde nos encontramos los siguientes usos: Cuarto de estar-comedor, sala polivalente, biblioteca y espacio de trabajo, una lavandería por planta, espacio de salud y curas conectado con habitaciones auxiliares, habitaciones por invitados, almacenamiento común e individual por plantas, cubierta equipada: huertos productivos y zona de estar exterior, aparcamiento de bicicletas, espacio de herramientas y zona taller y aparcamiento.

Han trabajado el proyecto con criterios ambientales para conseguir un edificio pasivo que sea un refugio de pobreza energética. Esta conciencia se amplía al modelo de movilidad y de consumo. Por un lado, potencian los espacios para bicicletas y se pone a debate la necesidad del coche y la construcción del aparcamiento. Por otro lado, apostan por un consumo ecológico relacionando la cooperativa con cooperativas de consumo del entorno y por la autoproducción con huertos en el terrado.

La gestión de los residuos de la cooperativa (con espacios específicos en planta baja) y la voluntad de cerrar el ciclo del agua con el medio natural (retorno de agua de lluvia al subsuelo y pozos para suministro de agua para la riego y consumos no potables) son acciones directas que se suman a todas las anteriores para reducir la huella ecológica y el impacto ambiental de la comunidad.

Si quieres contactar con ellos, solucionar cualquier duda o realizar un comentario, les puedes escribir a info@labalma.sostrecivic.cat